Camilo Zapata
Juan Aburto, 24 de septiembre 2023
Por el año 1929, en el Colegio Bautista, fui compañero de aula de un adolescente moreno y flaquito, nervioso y eternamente alegre, inquieto y soñador, que destacaba con singulares dones entre los alumnos del tercer grado de primaria. Gustaba sentarse en el último pupitre del fondo de la clase, que siendo para dos estudiantes, lo acaparaba él solo.