Guerra psicológica : el contexto del quehacer de los medios en Nicaragua
La guerra psicológica ha figurado en los conflictos humanos desde
los tiempos más antiguos. El enemigo siempre ha sido caracterizado
por ser lo más brutal y bárbaro. El honor y la gloria de la patria
siempre ha sido manipulado por los líderes políticos para convencer
a los jóvenes del "dulce y decoro" de morir entre sangre,
agonía, y terror. Los vencedores escriben la historia, mientras los
vencidos ni palabra tienen. Lo que sabemos de Cártago fue escrito
por sus verdugos, los Romanos.
La religión organizada ha
usado la guerra psicológica sistemáticamente. La Santa Inquisición
lo aplicaba por medio del terror. La predestinación predicada por
Calvin también usaba el miedo para controlar a la gente. En la
guerra psicológica el miedo es fundamental. Lo que ahora se llama la
guerra psicológica se ha desarrollado conforme el desarrollo
político y económico del mundo, dominado primero por Europa y
después por Estados Unidos.
Quizás Edward Said ha sido el escritor que ha documentado mejor
el desarrollo histórico de este tipo de guerra psicológica. En su
libro "Orientalism", Said examina el desarrollo del control
de los países europeos sobre las versiones permisibles para
representar el mundo Árabe y la religión de Islam. Él nota como el
estudio y la representación del mundo Árabe llegaron a ser una
industria sistematizada. La producción y reproducción de las
representaciones se desarrollaba por medio de una red de incontables
lazos entre la conquista militar, el dominio comercial, la academia,
el arte, la literatura, la prensa y, en nuestra época, el cine y la
televisión.
Después de la Primera Guerra Mundial, un
sobrino de Sigmund Freud, el norteamericano Edward Bernays, adaptaba
la nueva ciencia de la psicología a los métodos de la propaganda de
guerra desarrollados principalmente por los británicos contra
Alemania y Turquía. Un resultado del trabajo de Bernays y sus
colegas era la comercialización masiva por los medios de
comunicación. Bernays fue un elitista quien creía que la mayoría
de las personas son tontas y fáciles de manipular. Las grandes
corporaciones estadounidenses acudieron a Bernays para mejorar sus
ventas. El gobierno estadounidense acudió a Bernays para vender sus
políticas. Una trágica ironía de la historia es que el Ministro de
Propaganda de los Nazis, Josef Goebbels aprovechó la práctica de
Bernays con entusiasmo.
En su novela "1984"
publicado al final de la Segunda Guerra mundial, George Orwell
describió el extremo hasta donde la guerra psicológica podría
llegar. El modelo para el local ficticio de su Ministerio de la
Verdad fue el edificio del BBC en Londres, donde Orwell trabajaba
durante la guerra. Las tareas del personal que laboraba en el
ficticio Ministerio de la Verdad eran de hacer desaparecer todas las
noticias que no estaban conforme con la línea del gobierno y de
disimular el cinismo e hipocresía del gobierno para hacerlo aparecer
noble y beneficioso.
Todo esta historia del uso de la
propaganda y de la guerra psicológica ha tenido su trayectoria
paralela en América Latina. La mayor parte de lo que sabemos de los
Aztecas y los Incas, lo sabemos por medio de sus conquistadores, los
españoles. En vez del "Orientalismo", a América Latina se
ha aplicado lo que se puede calificar como un Americanismo, que
todavía forma la base del actuar y pensar de las élites locales.
Los yanquís llaman a Estados Unidos "América". Las élites
locales en lo demás de las Américas lo aceptan. Es una mentalidad
que asume que los acontecimientos en América Latina importan
principalmente por la interpretación que los da el gobierno y los
medios de los Estados Unidos.
Vale la pena recordar que Edward
Bernays asesoraba al United Fruit Company y al Secretario de Estado
John Foster Dulles antes y durante del golpe en Guatemala en 1954
contra Jacobo Arbenz. John Foster Dulles compartía el entusiasmo de
Josef Goebbels por las ideas de Bernays. En ese caso los medios
estadounidenses y sus homólogos latinoamericanos pintaban al
gobierno de Arbenz como una amenaza comunista, un peligro por la
región, un desastre para Guatemala. Se hizo lo mismo en el caso de
Salvador Allende y Chile en 1973. Ahora Condoleezza Rice, una especie
de bisnieta política de John Foster Dulles, hace lo mismo en el caso
de Venezuela y el gobierno de Hugo Chavez.
Rice y sus colegas
dicen que el gobierno de Hugo Chávez es un peligro por la región,
que lo desestabiliza, que está destruyendo Venezuela. Es puro
Ministerio de la Verdad orweliano. Venezuela disfrute niveles de
crecimiento entre los más altos del mundo. La pobreza se ha
disminuido notablemente. Oscar Arias, un aliado de Estados Unidos, ha
alabado el gobierno de Venezuela por su generosidad y su solidaridad.
Todo Centroamérica y el Caribe (aparte de El Salvador, Trinidad y
Tobago y Panama) benefician del suministro de petróleo en términos
preferentes, gracias al gobierno de Hugo Chavez en Venezuela.
Mientras Rice y sus colegas en el régimen de George W. Bush han
logrado llevar Estados Unidos a dos guerras catastróficas y al
colapso de su economía doméstica.
Nicaragua recibió todo el
peso de la guerra psicológica durante la Revolución Popular
Sandinista. En ese tiempo fue parte de la guerra de baja intensidad,
lo que un general yanquí llamaba "guerra total a nivel de
base". Entre las tácticas eran los mismos del Ministerio de la
Verdad de Orwell. Todo lo bueno de la Revolución Sandinista se hizo
desaparecer para poder demonizarla mejor. Mientras el terrorismo de
Estados Unidos se disfrazaba como una noble y beneficiosa lucha por
la libertad. Cuando la Corte Internacional de Justicia en la Haya
emitió una sentencia en sentido contrario en 1986, esa noticia
desapareció. Como notó Harold Pinter, Premio Nobel de la
Literatura, fue uno, entre los muchos crímenes de los gobiernos de
los Estados Unidos que, para efectos mediáticos, nunca ocurrió.
El triunfo de la guerra psicológica en Nicaragua llegó con las elecciones de 1990 y la derrota electoral del gobierno revolucionario. Pero ese fue únicamente un teatro, entre muchos, de la guerra psicológica mundial librado por los lideres del capitalismo corporativo mundial contra la mayoría empobrecida de la planeta. Ya en Inglaterra con el gobierno de Margaret Thatcher, en Chile bajo la dictadura de Pinochet la guerra psicológica había convencido a grandes poblaciones que “no había alternativa” al capitalismo de consumo, al dominio y liderazgo de las empresas transnacionales y los centros financieros de Nueva York y Londres.
Fue el momento del “Fin de la Historia” de Francis Fukuyama, una especie de erudición idiota para dar un sustento académico a un tesis absurdo. Tiene su corolario lógico e irracional en la aseveración igualmente idiota de Dick Cheney, “Reagan demostró que los déficits no son importantes”. Ahora con la economía de Estados Unidos en colapso y la humanidad al borde de su sostenibilidad ambiental, ya no es de moda abogar por la superioridad del capitalismo de consumo occidental. Pero en los años noventa la estupidez triunfalista de los proponentes del mercado libre – una construcción ideológica que nunca ha existido ni jamas existirá - arrasaba.
En muchos países en ese momento histórico la socialdemocracia encontró su justificación para acomodarse aún más todavía a las políticas de derecha. En Estados Unidos, Bill Clinton, supuestamente un liberal en el sentido norteamericano de la palabra, hizo una virtud del bi-partidismo con que se disfraza la plutocracia que domina ese país. Fue en la segunda administración de Clinton que la desregulación – artículo de fe fundamental del neoliberalismo del mercado libre - llegó a su colmo con la destrucción del Acta Glass-Seagall, el último baluarte para impedir el dominio total de los intereses financieros especulativos sobre la economía nacional e internacional. Igual que en Estados Unidos, en Europa también – principalmente en Inglaterra, España e Irlanda – los proponentes del mercado libre inflaban sus economías con una enorme burbuja de crédito.
Los economistas que abogaban por el neo-liberalismo del mercado libre llamaron “crecimiento” a la inflación de valores de bienes y la montaña de deuda que se elaboraba por encima de esos bienes. Todo ese espejismo político y económico impactó fuertemente en lo demás del mundo. Y sus secuelas eran catastróficas para muchos países, México, Rusia, los países asiáticos, Argentina. El impacto de la ideología neo-liberal del mercado libre bajo la asesoría del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en todos esos países casi destruyó sus economías. Sin embargo, a lo largo de los años noventa y hasta la fecha, los principales medios de comunicación han servido como alto parlantes para la nobleza y bondad del mercado libre y la ecuación falsa : mercado libre = democracia.
A nivel global si uno pregunta que es el papel de los medios de comunicación, desde hace mucho tiempo ha sido de hacer desaparecer a la información inconveniente al capitalismo de consumo y promover los milagros del mercado libre. Entonces a nivel global el mundo ha estado funcionando oficialmente bajo un sistema de lo que en ingles se llama GIGO – basura entra, basura sale. Eso es lo que permitió a Colin Powell jurar en las Naciones Unidas que Irak amenazaba el mundo con armas de destrucción masiva. Es lo que permite a Israel afirmar que es un victima del pueblo palestino. Es lo que ha permitido a Condoleezza Rice decir solemnemente que Venezuela es una amenaza para los países a que suministra petroleo bajo términos preferenciales, a los decenas de miles de productores y empresarios que reciben crédito con fondos venezolanos, al más de millón de personas que han beneficiado de Misión Milagro.
Todo este contexto es necesario para entender en un sentido más amplio lo que ha pasado en Nicaragua desde las elecciones de 1990. Después de aquellas elecciones la onda arrolladora del mercado libre ayudaba a la derecha consolidar una mayoría electoral estructural. El Frente Sandinista seguía un patrón bien establecido en otros países donde la izquierda se dividió entre las personas que quisieron acomodarse al estilo de la socialdemocracia europea y las personas que rehusaron renunciar el anti-imperialismo.
Para los medios de comunicación los que defienden el libre mercado son buenos. Incluso la izquierda es buena en la medida en que colabora con los que proponen el libre mercado. Y cuando los que proponen el libre mercado llaman su imperialismo la globalización y que no hay alternativa a la globalización, entonces los medios toman ese mensaje y lo amplifican. Después cuando los que abogan por la globalización dicen que quienes no están con ellos son terroristas, los medios toman ese mensaje y también lo amplifican. Los medios hacen desaparecer lo que contradice esos mensajes. Si no pueden hacerlo desparecer, lo satanizan.
En Nicaragua lo que los medios de comunicación no han podido hacer desparecer es la pobreza. Después de veinte años de proclamar que no hay alternativa al libre mercado que es en sí la democracia, la mayoría empobrecida sigue empobrecida. Para los medios de comunicación este hecho presenta un dilema que son incapaces de resolver porque contradice los mensajes que difunden. Para salir de la dilema, se repliegan en la insistencia cínica e hipócrita sobre sus tres temas claves: el beneficio incuestionable del libre mercado y la globalización, el terrorismo que quiere decir cualquier oposición armada a los deseos de las élites, y, finalmente, la democracia que quiere decir un sistema electoral que defiende los intereses de los élites.
Generalmente no sale información en los medios que explica que la globalización es el imperialismo por otro nombre que despoja a los pueblos de sus recursos y garantiza que reciben sueldos de miseria. Tampoco normalmente se permite señalar que la resistencia a la agresión como en Irak o Afghanistan y al terrorismo masivo del Estado como en Colombia es un derecho de los pueblos reconocido en el derecho internacional. Los medios colaboran con representantes europeos y estadounidenses en denunciar las amenazas a la democracia y la libertad de expresión en Nicaragua. Hablan de un pacto anti-democrático de los dos partidos mayoritarios en el país, pero inclinan la cabeza con reverencia al bi-partidismo en Estados Unidos.
La función de los medios de comunicación dentro del esquema de mercado libre es de hacer desaparecer toda información que contradice las creencias de la fe neo-liberal de mercado libre. Entonces en Nicaragua, es fuera de lo normal encontrar información del trabajo e impacto positivo del gobierno sandinista en la vida nacional. En cambio, sobra con lujo de invención y distorsión la satanización de casi todas las acciones del gobierno sandinista. Es la práctica de la teoría de Bernays aplicado al derrocamiento de Arbenz en Guatemala, una mentira repetida suficientes veces, llega a ser verdad.
Así que, se insiste que la cooperación venezolana crea una deuda pública, que el gobierno lo está malgastando, que Daniel Ortega y sus colegas se lucran de esos fondos. Nadie ha podido producir ninguna prueba para sostener lo que alegan. Medios alternativas han publicado entrevistas e información que desmienten las alegaciones. Pero los medios siguen repitiendo las mismas acusaciones. Y eso es lógico, ya que su razón de ser no es de informar sino de desinformar. Son el rama-tentáculo nicaragüense del Ministerio de la Verdad del sistema global del capitalismo de consumo y mercado libre. Es un Ministerio dirigido por auto-piloto. Responde automáticamente a los intereses de las clases económicas dominantes.
Quizás la función más importante de los medios en países como Nicaragua desde el punto de vista de este Ministerio de Verdad de hecho, es de alimentar el proceso de reciclaje internacional de anti-reportaje y propaganda. Los países latinoamericanos son los campos de la batalla entre las élites que defienden sus privilegios y las mayorías que reclaman sus derechos. Las élites locales son los aliados naturales de los poderes imperialistas de Europa y Norte América. Es lógico que los medios principales en Nicaragua alimentan los medios en Estados Unidos Y Europa, por ejemplo the New York Times, the Washington Post, El País, the Guardian.
En cambio, esos medios internacionales alimentan la batalla mediática en Nicaragua. Un ejemplo de este proceso es la falsa noticia de La Prensa de una supuesta reunión entre líderes de las FARC de Colombia y Presidente Daniel Ortega. Nunca sucedió. Pero La Prensa reportó que, sí, sucedió. Su reportaje pasó a las agencias de noticias como ACAN-EFE, Agence France Presse y Reuters y, como si fuera por mágica, lo que no pasó llegó a ser un hecho que sí, pasó. Se reproduce este tipo de anti-reportaje y propaganda en los países de Europa y Norte America y esas “noticias” recorren su camino para volver a Nicaragua y reforzar el anti-reportaje original.
Otro ejemplo de eso ha sido el asunto de las elecciones postergadas en la RAAN. Se ha usado como una “prueba” de la manipulación electoral de parte de un Consejo Supremo Electoral supuestamente sesgado a favor del FSLN. Nunca se menciona que fue por motivo de las secuelas de Huracán Felix o que la Asamblea Nacional intervino en el asunto. Pero ese “prueba” se ha publicado en el extranjero como si fuera una verdad. Roberto Rivas ha dicho en una entrevista que él y sus colegas están en desventaja porque no pueden defenderse en Nicaragua dado que la libertad de expresión toma prioridad sobre la ley con respecto a la difamación. Mucho menos pueden individuos en puestos oficiales de los poderes del Estado contrarrestar propaganda deshonesta a nivel internacional.
A nivel interno el gobierno puede defenderse con los medios a su disposición. Pero su mejor defensa es probablemente la realidad que vive la población nicaragüense a diario. En un país pequeño como Nicaragua la gente pueden conocer bien quien es quien y dar el peso merecido a las declaraciones de los principales actores políticos. Es más difícil combatir la propaganda socio-cultural que resfuerza minuto tras minuto la cultura del capitalismo de consumo como si fuera algo natural y no algo que destruye el mundo.
El miedo es la emoción principal que los medios manipulan y funciona a todos los múltiples niveles en que los medios de comunicación impactan. Al nivel doméstico, de una manera obvia, los medios dominantes afirman que el FSLN peligra el país. En la economía, dicen que no hay empleo, que la inflación es indebidamente alta, que se van los inversionistas. En la política interna, dicen que la democracia está en peligro, que amenazan la libertad de expresión, que son incompetentes. En la política externa, dicen que el FSLN tiene aliados peligrosos, que la retórica anti-imperialista es contra-productiva, que el gobierno depende exclusivamente de Venezuela y de Hugo Chavez, el dictador.
Toda esa propaganda refuerza el imagen establecida en los medios de Europa y Norte América que Nicaragua es otra víctima más de una inexplicable marea rosada de izquierda que peligra la democracia y la libertad en América Latina. Esos dos niveles, el doméstico y el internacional se refuerzan mutuamente. Además, promueven una confusión emocional y psicológica entre la gente quienes reciben mensajes subliminales constantemente que el capitalismo de consumo es noble y bueno y hay que conformarse a ello. Mientras el mensaje político del FSLN es que hay que resistir el capitalismo, que la economía del capitalismo es injusto y hay que actuar para cambiarlo.
Así que hay un sentido profundo en que los medios de comunicación
constituyen el campo de lucha quizás más importante para determinar
el futuro político y económico de Nicaragua. Una pregunta
fundamental es si los medios de comunicación de la oposición
apoyados por el enorme aparato propagandístico de sus aliados en
Norte América y Europa pueden reproducir una realidad virtual
suficientemente verosímil para convencer una mayoría electoral a votar en
contra del FSLN en las próximas elecciones presidenciales.
Actualmente, la realidad real parece ser en su contra.