En Bolivia A las 13.10 del 9 de octubre de 1967, asesinan a Ernesto Che Guevara.
El 8 de octubre a las 2 de la madrugada, Pedro Peña, uno de los
espías del ejército disfrazado de campesino observa a los
guerrilleros tomando agua de un arroyo, se traslada a La Higuera e
informa al subteniente Carlos Pérez Panoso, jefe de una sección de
la compañía A del ejército boliviano. Carlos Pérez Panoso se
comunica por radio con los jefes militares acantonados en los
alrededores de la zona, con dos compañías rangers que tienen 145
hombres cada una y un escuadrón con 37, todos formados y
adiestrados por asesores norteamericanos. Existen, además, otras
compañías y todas se movilizan hacia La Higuera. A las 5.30 de la
madrugada alcanza un punto donde se unían dos quebradas. Se
encuentra en la quebrada del Churo, que tiene unos 1500 metros de
largo, por unos 60 de ancho y de 2 a 3 metros en la zona por donde
corre el arroyo. Las medidas de seguridad se extreman.
Hace un análisis rápido: si
los atacan entre las 10 de la mañana y la 1 de la tarde están en
profunda desventaja y las posibilidades son mínimas, puesto que es
muy difícil resistir un tiempo prolongado. Si los atacan entre la
1 y las 3 de la tarde, tiene más posibilidades de neutralizarlos.
Si el combate se produce de las 3 de la tarde en adelante, las
mayores posibilidades son suyas, puesto que la noche caería pronto
y la noche es la compañera aliada del guerrillero. A las 13.30
aproximadamente empieza el combate. La firme resistencia de los
guerrilleros detiene el avance del ejército. El capitán Gary
Prado, jefe de la compañía A, se comunica con Vallegrande y
solicita el envío urgente de helicópteros, aviones y refuerzos
militares.
Desde Vallegrande envían aviones de combate AT-6 cargados con
bombas de napalm. No pueden utilizarlos por la proximidad entre
soldados y guerrilleros. Herido en una pierna, continúa
combatiendo hasta que se inutiliza su carabina y se agotan las
balas de su pistola. Cuando trata de salir de la quebrada, el
ejército ha concluido el cerco. Antonio, Arturo y Pacho hacen
resistencia. Ayudado por Willy Cuba sube a una loma, en un punto
conocido como la huerta de Florencio Aguilar. En ese momento choca
de frente con la sección del sargento Bernardino Huanca. Este se
acerca y le asesta un culatazo en el pecho. Le apunta de manera
amenazante para dispararle; el guerrillero boliviano Willy Cuba se
interpone. Huanca se comunica con el capitán Gary Prado, quien le
ordena que proceda a trasladarlo hasta donde él se encuentra, unos
200 metros de distancia. A las 15.30 se confirma que está
prisionero.
A las 17 envían un mensaje a La Paz que dice textualmente:
“Confirmada caída Ramón no sabemos estado hasta diez minutos más”.
A las 17.30 el ejército decide retirarse del área de operaciones y
regresar al poblado. El Che va vigilado por varios soldados y con
las manos atadas. A las 18 en la ciudad de La Paz se efectúa una
reunión entre los generales René Barrientos, Alfredo Ovando y Juan
José Torres, quienes analizan los mensajes recibidos desde La
Higuera y Vallegrande. Terminada la reunión, Barrientos se dirige
a la residencia del embajador de Estados Unidos, Douglas
Henderson. A las 17.30 llega al caserío de La Higuera y es llevado
hasta la miserable escuelita de La Higuera que tiene dos aulas; lo
dejan en una junto a los cadáveres de Arturo y Antonio tirados en
el suelo; en la otra queda Willy Cuba junto a Pacho muy grave.
Aproximadamente a las 21 horas Gary Prado y Andrés Selich tratan
de interrogarlo. Selich utiliza la violencia, le jala la barba con
tal fuerza que le arranca parte de ésta. Como tenía las manos
atadas, las alza con fuerza y caen en el rostro de Selich, quien
se abalanza sobre él con la intención de golpearlo. Reacciona de
la única forma que podía, le escupe el rostro. Sus manos son
amarradas por atrás. A la misma hora Barrientos recibe un mensaje
desde Vallegrande en que solicitan instrucciones de cómo actuar
con los prisioneros. La respuesta: deben mantenerlos vivos. Los
oficiales bolivianos regresan a la casa del telegrafista de La
Higuera, Humberto Hidalgo, donde están instalados y proceden a
realizar un inventario de las pertenencias del Che, entre éstas su
diario de campaña y una libreta de notas con varios poemas
escritos con su letra, donde se destacan ‘Canto General’ de Pablo
Neruda y ‘Aconcagua’ y ‘Piedra de Hornos’ de Nicolás Guillén.
Los objetos de mayor valor material son distribuidos entre los oficiales: 4 relojes Rolex, una pistola alemana calibre .45, una daga Solingen, dos pipas, un altímetro y otros. También se distribuyen los dólares estadounidenses, canadienses y pesos bolivianos. Aproximadamente a las 23 horas el presidente boliviano a través del embajador norteamericano recibe un mensaje desde Washington donde le plantean que el Che debe ser eliminado. Alrededor de las 24 horas un grupo de soldados borrachos, entre los que se encuentran Bernardino Huanca y Mario Terán tratan de asesinarlo. En este lapso muere Pacho. Los oficiales bolivianos Miguel Ayoroa y Gary Prado evitan el hecho. Son designados cuatro suboficiales para mantener la vigilancia y garantizar su vida. Cuando le corresponde al suboficial Eduardo Huerta Lorenzetti, un joven de 22 años de edad, conversan largamente. Le habla de Cuba, de Fidel, de Camilo Cienfuegos, de la Revolución y de su esposa e hijos. También contra la explotación a que el imperialismo norteamericano tiene sometido a nuestros pueblos.
Huerta queda impactado con la conversación y su personalidad,
como hace frío busca una manta y lo arropa; también le pone un
cigarro en la boca para que fume. 9 de octubre. A las 6.30 de la
mañana llegan en helicóptero desde Vallegrande el coronel Joaquín
Zenteno Anaya y el gusano agente de la CIA de origen cubano Félix
Ismael Rodríguez Mendigutía. Este, en forma agresiva comienza a
insultarlo e intenta maltratarlo violentamente. El Che le responde
con desprecio y le trata de traidor y mercenario. En las primeras
horas de esa mañana Walter Guevara Arce, canciller boliviano que
se encuentra en Washington, llama por teléfono a Barrientos para
advertirle la mala imagen que se crearía en el mundo si asesinaban
al Che. Llevan a La Higuera como prisionero a Juan Pablo Chang.
En el cuartel de Miraflores de la ciudad de La Paz se reúnen el
general Barrientos con los generales Alfredo Ovando, Juan José
Torres, los coroneles Marcos Vázquez Sempértegui, David Lafuente y
León Kolle Cueto. Barrientos, con el deliberado propósito de
comprometer a los miembros del alto mando militar, plantea la
situación de la eliminación física del Che. Lo expone como
decisión, no para someterlo a discusión. Concluida la reunión se
envía una instrucción cifrada a Vallegrande con la orden de
asesinarlo. El general Alfredo Ovando se dirige hacia el
aeropuerto y parte hacia Vallegrande. Miguel Ayoroa y el agente de
la CIA Félix Rodríguez buscan entre los soldados quiénes van a
cumplir la orden de asesinarlo. Aceptan Bernardino Huanca, Mario
Terán y Carlos Pérez Panoso.
Disparan contra el guerrillero boliviano Willy Cuba y el peruano
Chang. Mario Terán entra en el aula y lo ayuda a ponerse de pie.
Está sentado en uno de los bancos rústicos de la escuela, sabe que
va a morir pero se mantiene sereno: - Para que molestarse, vienes
a matarme. Terán está impresionado, no puede disparar porque sus
manos le tiemblan; los ojos le brillan intensamente; lo ve grande,
muy grande y que viene hacia él. Siente miedo y se le nubla la
vista al tiempo que escucha: Tira, cobarde que vas a matar a un
hombre. Cierra los ojos y dispara.
En boca de Terán, la versión será: “Cuando llegué, el Che estaba sentado en el banco. Al verme dijo: usted ha venido a matarme. Yo no me atrevía a disparar, y entonces el hombre me dijo: póngase sereno, usted va a matar un hombre. Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che cayó al suelo con las piernas destrozadas, se contorsionó y empezó a regar mucha sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en el brazo, en un hombro y en el corazón”. Poco tiempo después el suboficial Carlos Pérez entra en el cuarto y hace un disparo contra el cuerpo; el soldado Cabero también dispara contra el Che. A las 13.10 del 9 de octubre de 1967, asesinan a Ernesto Che Guevara. 1968 fue declarado en Cuba “Año del Guerrillero Heroico”
Durante treinta años sus restos permanecieron sepultados en la localidad de Vallegrande, hasta la fecha de su hallazgo el 28 de junio de 1997 junto a otros 6 guerrilleros[18]. Una de las pistas más importantes para encontrar la fosa común donde estaba enterrado la proporcionó el general retirado Mario Vargas Salinas quien en una noticia publicada el 21 de noviembre de 1995 por el The New York Times afirmaba que la tumba del Che se ubicaba en la pista vieja del aeropuerto de Vallegrande[19]. Tras ese dato el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y un grupo de expertos cubanos comenzaron a estudiar el terreno es busca de indicios que dieran con la fosa, el 30 de marzo de 1996 el EAAF se retira de la búsqueda pero los cubanos, junto a amigos bolivianos, continuaron la labor hasta el hallazgo en 1997. El 12 de julio de 1997, fueron trasladados a La Habana y posteriormente en solemne homenaje de todo el pueblo de Cuba, depositados el 17 de octubre en el Complejo Monumentario Ernesto Che Guevara Mausoleo ubicado en la ciudad de Santa Clara.